lunes, 25 de abril de 2011

JUICIO A LAS JUNTAS MILITARES (22/04/85)

El 22 de abril de 1985 se inicia el juicio a las juntas militares de la dictadura del llamado “Proceso de Reorganización Nacional” por violaciones a los derechos humanos. Ese día, se comenzó la audiencia pública (hasta el 14 de agosto de 1985) en la que declararon 833 personas. Debido a que la cantidad de delitos sobre los que existían constancias superaban los diez mil, el fiscal Julio César Strassera tomó la decisión de recurrir a un mecanismo utilizado por el Consejo Europeo de Derechos Humanos, sobre la base de casos paradigmáticos. La fiscalía presentó entonces 709 casos, de los cuales el tribunal decidió examinar 280.
Este proceso judicial iniciado 26 años atrás fue realizado por la justicia civil (diferenciada de la justicia militar) por orden del entonces presidente Raúl Ricardo Alfonsín. Al asumir al cargo máximo del poder ejecutivo, Alfonsín, sancionó los decretos 157 y 158. El primero ordenaba enjuiciar a los dirigentes de las organizaciones guerrilleras ERP y Montoneros. El segundo, decía que debían procesar a las tres juntas militares que dirigieron el país desde el golpe militar del 24 de marzo de 1976 hasta la Guerra de las Malvinas. Ese mismo día creó una Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP), integrada por personalidades independientes para relevar, documentar y registrar casos y pruebas de violaciones de derechos humanos, y fundar así el juicio a las juntas militares.
Por primera vez el espanto dejó de ser murmullo. La sociedad Argentina se arrimó y quiso saber lo que le fue ocultado durante tanto tiempo. Dejar atrás los lamentos y seguir adelante, dicen, es el mejor remedio para sobrellevar el espanto. Sin embargo, no se puede esconder tanto horror debajo de la alfombra. Había que sacar a la luz lo sucedido y solamente con justicia se podría dejar atrás tanto mal para ir construyendo día a día un futuro mejor. Justamente ese fue el mérito del juicio a las juntas: destapar las verdades más crueles. Pueden haber, todavía, quienes lo justifiquen o lo apoyen, pero imposible es negar lo sucedido luego de este período en el que los testigos pudieron dar a conocer el calvario en el que vivieron durante aquellos años.

Periodistas que cubrieron el juicio recuerdan algunos de los testimonios más atroces:

“Escuchamos que un bebé nacido en cautiverio era alimentado con la leche que brotaba de los pechos de su madre cuando era torturada. Escuchamos la descripción del cadáver de Floreal Avellaneda, un chico de 14 años que apareció empalado en las costas uruguayas del Río de la Plata. Pablo Díaz relató con dramática teatralidad lo que después se conoció como "La Noche de los Lápices", la historia de un grupo de adolescentes secundarios de La Plata que reclamaban un boleto estudiantil; Díaz, el único que sobrevivió, relató su cautiverio mientras adoptaba en el banquillo de los testigos la pose a la que lo obligaban sus torturadores: terminó casi en posición fetal, con sus manos a la espalda de la silla, la voz quebrada en medio de un silencio escalofriante de aquella sala de audiencias de la Cámara Federal. María Verónica Lara, la testigo más joven del juicio, que tenía 7 años cuando secuestraron en Córdoba a su madre, contó los detalles de aquel secuestro con una memoria más implacable que la de los adultos. Claudio Tamburrini narró los horrores de la Mansión Seré, en Ituzaingó, y la espectacular fuga que protagonizó con parte de los secuestrados como él, desnudos y bajo una lluvia torrencial.




La sentencia

El 9 de diciembre se dictó la sentencia condenando a Jorge Rafael Videla y Emilio Eduardo Massera a reclusión perpetua, a Roberto Eduardo Viola a 17 años de prisión, a Armando Lambruschini a 8 años de prisión y a Orlando Ramón Agosti a 4 años de prisión. Los acusados Omar Graffigna, Leopoldo Galtieri, Jorge Isaac Anaya y Basilio Lami Dozo no fueron condenados por no haberse podido probar los delitos que se les imputaban.
El 18 de septiembre de 1985 Julio César Strassera Habló de crímenes contra la humanidad, de crímenes atroces que ofendieron a la Nación argentina. De delitos como homicidio agravado, privación ilegítima de la libertad calificada, robos agravados, reducción a la servidumbre, extorsión, sustracción de menores y tormentos seguidos de muerte. Dijo también "la muerte no puede ser una forma de actividad política.(...) Por ello, y en representación de la comunidad argentina vamos a solicitar el castigo que la ley prevé para los que no supieron respetar la vida". Pidió las condenas para cada uno de los nueve acusados y cerró con el famoso y significativo: Nunca más



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