domingo, 26 de junio de 2011

Cumpleaños feliz: 120 años de radicalismo

Un día como hoy pero de 1891 se fundó la Unión Cívica Radical por Leandro N. Alem. Es decir, además de ser el nombre de la última estación de la línea B del subte, Além fue el creador de uno de los dos partidos políticos más importantes de la Argentina. 





Todo comenzó más de diez años antes con un movimiento político llamado la Unión Cívica de la Juventud que eligió como presidente a Alem, así como incluyó en la organización a líderes de distintas tendencias como: Francisco A. Barroetaveña, los políticos católicos José Manuel Estrada y Pedro Goyena, Aristóbulo del Valle, Bernardo de Irigoyen, Juan B. Justo, Lisandro de la Torre, y el influyente ex presidente y general Bartolomé Mitre.
            Una vez consolidado, el partido se llamó Unión Cívica. Se constituyó de forma orgánica en todo el país y por vez primera en la historia política argentina proclamó una fórmula presidencial por medio de una convención partidaria. La convención nacional reunida en Rosario consagró como candidatos a presidente y vicepresidente a Bartolomé Mitre y Bernardo de Irigoyen.
            Sin embargo, Julio Argentino Roca, líder del oficialista Partido Autonomista Nacional (PAN) y opositor a la Unión Cívica, acordó con Mitre una fórmula "de unidad nacional" entre ambos partidos, encabezada por el propio Mitre. Al conocerse el acuerdo, el 16 de abril de 1891, Leandro Alem se opuso al mismo, lo que desencadenó en la ruptura de la Unión Cívica y el posterior retiro de la candidatura de Mitre.
            El 26 de junio de 1891 los seguidores de Alem constituyeron formalmente la Unión Cívica Antiacuerdista, que cambiaría el nombre, el 2 de julio, a Unión Cívica Radical. Por su parte, los seguidores de Mitre formaron la Unión Cívica Nacional.
            Ante la evidencia de que el gobierno nacional volvería a impedir por todos los medios su acceso al poder mediante elecciones, la Unión Cívica Radical comenzó a reorganizarse y preparar un nuevo levantamiento armado. Alem se caracterizaría entonces por fundar la idea de intransigencia radical hasta constituirla en un principio supremo de acción política. Hay una famosa frase, escrita en el testamento político de Leandro Alem, que lo define con claridad:

"¡Que se rompa, pero que no se doble!"


Al mismo tiempo, surgió una fuerte oposición entre Alem y su sobrino, Hipólito Yrigoyen, quien ya controlaba las fuerzas radicales en la Provincia de Buenos Aires y desconfiaba de la capacidad de organización de su tío. La Unión Cívica Radical se dividió entonces entre los rojos que apoyaban a Alem, y los líricos que apoyaban a Yrigoyen. Entre los partidarios de Alem estaban: Aristóbulo del Valle, Bernardo de Irigoyen, Juan M. Garro, Francisco Barroetaveña, Leopoldo Melo, Adolfo Saldías. Por su parte Yrigoyen no daba participación a nadie en la toma de sus decisiones, pero entre los dirigentes que entonces lo seguían con lealtad hay que destacar al joven Marcelo T. de Alvear, que luego será presidente de la Nación.
           
Los rojos, al mando de Alem organizaron la llamada revolución de 1893. Esto se logró gracias a la colaboración clave del radical Aristóbulo del Valle, quien se desempeñaba en el gobierno con las funciones estratégicas de un primer ministro y las fuerzas armadas bajo su mando. La Unión Cívica Radical estuvo muy cerca de triunfar y tomar el poder. Los ejércitos radicales establecieron gobiernos revolucionarios en las provincias de San Luis, Buenos Aires, Tucumán, Corrientes y Santa Fe, y llegaron a designar en la ciudad de Rosario a Leandro Alem como presidente provisional de la República.
Sin embargo la división interna y graves errores de liderazgo en el momento crucial, permitieron al gobierno reorganizarse y reprimir duramente la sublevación, con el ejército al mando del propio general Roca.
Poco después, Aristóbulo del Valle moría de un derrame cerebral y el 1 de julio de 1896 Leandro Alem se suicidó, afectado por las derrotas y la división interna de la Unión Cívica Radical.
Muerto Alem, sus partidarios se reorganizaron alrededor de la figura de Bernardo de Irigoyen y controlaron el Comité Nacional, desde donde comenzaron a pensar en una nueva alianza con la Unión Cívica Nacional de Mitre, que fue conocida como "política de las paralelas”.
            Roca da el golpe de gracia a la Unión Cívica Radical, cuando le ofrece a Bernardo de Irigoyen la candidatura a gobernador de la provincia de Buenos Aires y este acepta. El radicalismo quedó entonces como un movimiento desorganizado que solo se reunía anualmente a recordar los fallecidos de las Revoluciones del '90 y del '93.
            Será recién en 1916, al mando de Hipólito Irigoyen, que la Unión Cívica Radical gobernará por primera vez la República Argentina.  Luego le seguirá Marcelo T. De Alvear, Arturo Frondizi, Arturo Illia y el esperado gobierno de Ricardo Alfonsín al finalizar la dictadura militar de 1976. Al último presidente radical, hasta el momento, mejor no recordarlo.  


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